sábado, 31 de marzo de 2018

Presentación

(versió en català) 

La Península Ibérica constituye, para quienes amamos el cultivo de lo excéntrico, un paraíso insólito y una espléndida reserva natural de las Diferencias. Hablamos de los aspectos más vistosos de la imaginería festiva y de la cultura popular, en todos sus múltiples variantes, que son casi infinitas: el mundo de los gigantes y cabezudos, las arcaicas tradiciones de máscaras que aún perviven, las fiestas singulares de viejo o nuevo cuño, los toros, la Semana Santa, los Diablos, las Fallas, los animales que escupen fuego, las fiestas de Moros y Cristiano, los Rastros, y un largo etcétera de singularidades sin fin.

Santos por vestir. Museo de San Roque, Lisboa.

En pocos lugares del mundo se conserva tal cantidad de ocurrencias populares, de raíces centenarias o simplemente acabadas de inventar, que tienen que ver con el mundo de la cultura, de la fiesta y de las imágenes, y que cuentan con una participación masiva de gente, local y de afuera. Una riqueza que se halla además protegida por las administraciones, que la ven como fuente segura de ingresos e inversiones, y que encuentra en el turismo su mayor apoyo y justificación.

Es el Festival de las Diferencias que compiten entre sí para asegurar e imponer cada una su singularidad, que es tanto como decir ‘su riqueza’. A nadie molesta esta exacerbación de lo distintivo, por el contrario, interesa y hace partícipes a todos, ricos y pobres, autoridades y pueblo, funcionarios y ciudadanos desamparados, empresarios y trabajadores, civiles, guardias y militares, pues el disfrute de la extravagancia y de lo diferente une sin distinción al común de los mortales.

Si sumamos al cuadro de las excentricidades festivas las demás singularidades del entramado peninsular, culturales, sociales y políticas, el resultado es la imagen de una burbujeante taracea que nos lleva al dinámico Mosaico Ibérico: un poderoso, único y vivo laboratorio de las diferencias.

Para abordarlo, nos dejaremos llevar por un motor infalible: la maravilla, es decir, dejarnos sorprender por el impacto de los eventos, sin buscar más explicaciones racionales e históricas que las justas y necesarias para entenderlos. Ni somos antropólogos ni folcloristas ni historiadores de la cultura, sino simples observadores que, acostumbrados al quehacer titiritero, buscamos el secreto poético y creativo de este fantástico dispendio de la imaginación humana.

Nuestro atrevimiento nos ha llevado a proponer una modificación de la tríada Libertad, Iguasldad, Fraternidad, para añadirle un nuevo principio: la Alteridad. Una pequeña modificación  de la famosa proclama de la Revolución Francesa: complementar la Igualdad con la Alteridad. Pues si nos quedamos sólo con la Igualdad, generalmente entendida como la que une a los pertenecientes a una únioca nación, a los 'iguales', ya sabemos a dónde nos conduce: al conflicto y la guerra entre las naciones. Hoy, la Fraternidad debe aplicarse entre los que se sienten iguales pero también entre los que se sienten y son diferentes. Un paso adelante en la revolución libertaria que se inició con la Modernidad y que debe continuar por nuevas bases de civilización.

 Museu de la Festa de Moros y Cristianos, Alcoy

El Mosaico Ibérico continúa el trabajo que Toni Rumbau inició con Rutas de Polichinela. En ambos, se persigue el mismo objetivo: mostrar como el mapa de las diferencias junta ideas y une a las personas. Primero fue Polichinela, este arquetipo europeo de rebeldía y libertad que con caras, nombres e historias diferentes, habla en toda Europa un mismo lenguaje. Se centra ahora el autor en el laberinto de las ocurrencias culturales, humanas y festivas, ese común denominador que recorre la Península Ibérica.

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